viernes, 27 de mayo de 2016

Historia de un cansancio

Estoy muy cansado, CANSADO, Cansado, cansado.
Agónico en estado de parálisis.
Desentumeciendo momentos con espasmos reactivos.
¿También eso es vida?
Imagino que sí.
El sol brillando en las playas no turísticas.
Supongo que sí.
Playas llenas de algas hasta la cintura.
En fin.

Sensaciones que esputan tragedias,
renace la "nueva esperanza".
Deseé hace tiempo otras lágrimas
pero ahora quiero tranquilidad
sin agonías ni dolores.
Siempre están volviendo,
siempre vuelven,
nunca sabemos lo suficiente
de experiencias ni entendimientos.

Intento ignorar a "frikis"
y a otros zombis.
El sol alumbra,
desazones
que condimentan los días
con azares que tú ya viste hace siglos.
Sigues esperando,
enhebrando una sutil alegría
en el culín de tu café casi helado.

Hilo a hilo a hilo voy a tus ojos
parece que miraras los trigos ahora
por el cielo sembrado.

Rehago la madeja de las conexiones crípticas
intentar apaciguarse es mentira.
Es mentira insisto.

No hay mentora que calme
más que en trazos que se desvanecen.

Conexiones demasiado pulcras
en la agonía no visceral ni trascendente.

Otra vez a tus ojos,
otra y cien veces.

Vámonos a los caminos.
Vámonos al sur de la muerte donde se precipita la ilusión en calderas.
Vámonos muerte,
vámonos.

La rabia es blanca y los azares negros.
Ilusión que colisiona con los cánticos fúnebres
y desaparecer entre mentiras.

Lee, lee
aunque sea en las palmas de las manos
de los muertos y descubrirás tu futuro.

Abyecto.

Otro pero
para unir vida y amor.

Otra sublevación inconducente.

Sólo estoy cansado,
agonizando desde antes de mi condición de ser vivo
dejado en los barrancos.

Deseo que no me encuentre
ni el sol del verano solemne,
húmedo en mi oscuridad de ojos alargados,
goteando.
descomponiéndome como las palabras de auxilio.

Estoy cansado de permanecer, padre, madre
y espíritu de superación.

Muy cansado.

lunes, 28 de marzo de 2016

Mi padre y yo

Mi padre y yo somos iguales.
`Cagadicos´ que dice mi madre.
Deseo reírme una noche entera con él
y no pensar en nada más.
Ojalá la próxima vez no esté dormido
o duerma mirando el televisor.
Y yo no esté tan loco como últimamente lo estoy
y pueda abrazarle con todas las ganas que tengo.

Si somos iguales por qué nos hemos odiado tanto.

Me gustaría no gritarle ni que me gritara,
eso según dice mi madre,
es nuestro carácter.

Me gustaría conseguir imposibles
porque temo que así seguirá siendo.

Ahora ya me callo y bajo la mirada
para evitar más disgustos.
Ahora ya casi no digo nada
o sólo tonterías.
Ahora me fijo y me alejo
como un animal perseguido.

Ojalá volver a los trece años
y no ver aquello que vi
y que siempre recuerdo.

Ojalá estar en armonía con algo de una vez.

Pavana de la atrocidad

Otra vez en las esperas
bajo un cielo nublado
no surgen más que ruidos
o colores que se parecen a gritos.
Desavenencias con la suerte,
incomprendida tranquilidad,
no veo lo que estalla en mis ojos,
me ciega el abismo constante y límpido.
Me duele la boca,
lluvia humedeciendo las alforjas
más pesadas que exhaustas
como mis articulaciones.

Otra vez en las esperas,
deseo un amanecer con tu sombra
y que mis ojos levanten
las partituras clásicas
del Celo.

Se humedecen mis manos
al levantar tu piel
y no hay dolores
solo hay OjOs
que blasfeman y aturden,
enloquecen
y preguntan.

Se humedecen las palabras calladas.
Pero otra vez en las esperas,
los intestinos revueltos
y la esperanza que va perdiendo
el color.

Hacia la noche.
Pestañeas.

A veces bálsamos los labios,
otras recrudecen recuerdos
y moran desperdigados
sueños entre tus uñas.

Por descubrirte poco a poco,
por lo que sabemos,
por lo que queremos.

Pavana de la atrocidad.
Exhausto aún sigo deseándote.

Vacío roto

Nos espera la tradición.
Sabernos solos de manera impresionante,
Quedarnos sin palabras ante la mañana que nadie sabe para qué se levanta.
Nos aguarda el dolor y hacer muchas cosas antes de morir.
Dormiremos en las calles desnudos o a lo mejor no dormiremos,
agonizaremos.
No seremos más que teclas de piano sin tocar e impostura de tristeza.
Da igual el tiempo,
la historia
y tus amores o los que crees que tengas o hayas tenido.
Da exactamente igual.
Todos caeremos al fondo.
Todos.
No puedo hablar de algo concreto.
Es demasiado definir las lágrimas que pasean mis mejillas.
Todas putas, todos canelos, imberbes seres, hombres o destrucción anhelamos, no sabemos ni queremos ni casi deseamos, ni casi somos, ni casi, palabras mentirosas e inútiles y caídas también al fondo.
Me realizo buscando.
Y me río de no hacer nada.
Y sollozo.
Y que más quieres.


¿Hay nulidad en la belleza?
Me ordenan cosas que no entiendo.
Me dicen que haga mil cosas que no entiendo y a la vez.
Me vuelven loco y parecen fascinados con la incomprensión,
esos hombres del ambiente mundano, esos hombres, esas aves de rapiña que en el fondo solo están nerviosos y ya perdieron el espíritu.

Y que más quieres, mi amor, si no comprendo,
no sé del ambiente,
no sé.
Modos del piano, no sé.

Pasiones.
Arrúllame esta noche.

Halo (peridol)

Las palabras como polvo de arena.
El coraje en las manos y el azar que se desvanece en los silos del tiempo.
El sol que ciega las gafas sucias de tristeza.
La sustancia que no perdura y más palabras como pólvora en tu deseo.
Y no entender.
No entender a los niños que juegan en tus pesadillas.



Ternura y lágrimas que rompen las piedras,
haciendo huecos en tu alma.
Ramas que caen
lloran los besos
se inunda el silencio con tu melancolía.

Una luna redonda

Una luna redonda e inesperada, unos coches frenando, casi me pego una hostia atontado con la contemplación del satélite.
Afeitar a los moribundos, qué sentido tiene.
Soñar, qué sentido tiene.
Sombreada la sinrazón en la cabeza resquebrajada, cansancio y el no saber y el no desear el dolor.
Mentiras para la vida y también para la muerte.
Y lo peor es que nos las creemos.
O las creen.
Cuarenta malditos años de pena y subsistencias renovadas.
Está todo mal construido desde los huesos,
desde que somos creados,
malditos tuétanos.
Ausencia de esquema vital y ojos cerrados.
Llega la noche y otro infierno espera.
Luna redonda, ojos cerrados y bocas que hablan y hablan y hablan y no se entienden.
Ruidos y manos por el aire, suites presidenciales en un purgatorio de muerte y blasfemias.
Malditas camas de hospital que crujen.
Y en las noches las toses que no pueden arrancar las entrañas.

Horas de cerrar los ojos

>La 729 es la habitación de la muerte...
Y el resto son los habitaciones de los que más tardan en morirse. Estos últimos tienen el destino más claro, no sufrir. Y luego es otra historia de silencio donde no hay dolor eterno ni nada. No comprendo entonces por qué las lágrimas ni sufrimiento alguno. Sé que somos incapaces de asumir lo que es la vida. Somos tan estúpidos y estamos tan engañados..Y el fin no es mejor ni peor que el resto. Si tu vida fue mala no va a ser mejor tu muerte. Perdiste la oportunidad de hacer daño y sobre todo de dar placer. La servidumbre y las mentiras que se recrudecen en ciertos momentos, con aquel pobre de espíritu, bíblico, con la sencillez, con ese estúpido borrego que todos somos alguna vez.
Un moribundo grita
-Por caridad!!
Repetidamente, cree ahogarse o tal vez se esté muriendo de verdad. Otros gimoteos indescifrables, tono de voz tajante, de mal olor, es el espanto, todo está bien, todo es terrible, y solo es la vida llegando al momento de los pañales y de las sondas, los resquicios oscuros  de la soledad y de la pena.
Repetidamente cree ahogarse el de la habitación de al lado.
En fin, hoy solo quedaron dos camas vacías.
No saldrán en las esquelas de Las Provincias, aunque nunca se sabe, señor capellán sudamericano ruegue por sus vidas perdidas no por su muerte. Está todo levitando ahora, es la hora del haloperidol y de qué sé yo cuántas cosas más.
Es ridícula la llegada, tuberosidad en los ronquidos, es patética la noche, ya acostumbrado no tan larga.
Pueblo de Dios, noche de Fe y de llenarse de olor de santidad, de olor a eso que se aborrece. ¿Nadie podrá hacer callar a los enfermos?
¿Nadie?