lunes, 28 de marzo de 2016

Una luna redonda

Una luna redonda e inesperada, unos coches frenando, casi me pego una hostia atontado con la contemplación del satélite.
Afeitar a los moribundos, qué sentido tiene.
Soñar, qué sentido tiene.
Sombreada la sinrazón en la cabeza resquebrajada, cansancio y el no saber y el no desear el dolor.
Mentiras para la vida y también para la muerte.
Y lo peor es que nos las creemos.
O las creen.
Cuarenta malditos años de pena y subsistencias renovadas.
Está todo mal construido desde los huesos,
desde que somos creados,
malditos tuétanos.
Ausencia de esquema vital y ojos cerrados.
Llega la noche y otro infierno espera.
Luna redonda, ojos cerrados y bocas que hablan y hablan y hablan y no se entienden.
Ruidos y manos por el aire, suites presidenciales en un purgatorio de muerte y blasfemias.
Malditas camas de hospital que crujen.
Y en las noches las toses que no pueden arrancar las entrañas.

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