lunes, 28 de marzo de 2016

Horas de cerrar los ojos

>La 729 es la habitación de la muerte...
Y el resto son los habitaciones de los que más tardan en morirse. Estos últimos tienen el destino más claro, no sufrir. Y luego es otra historia de silencio donde no hay dolor eterno ni nada. No comprendo entonces por qué las lágrimas ni sufrimiento alguno. Sé que somos incapaces de asumir lo que es la vida. Somos tan estúpidos y estamos tan engañados..Y el fin no es mejor ni peor que el resto. Si tu vida fue mala no va a ser mejor tu muerte. Perdiste la oportunidad de hacer daño y sobre todo de dar placer. La servidumbre y las mentiras que se recrudecen en ciertos momentos, con aquel pobre de espíritu, bíblico, con la sencillez, con ese estúpido borrego que todos somos alguna vez.
Un moribundo grita
-Por caridad!!
Repetidamente, cree ahogarse o tal vez se esté muriendo de verdad. Otros gimoteos indescifrables, tono de voz tajante, de mal olor, es el espanto, todo está bien, todo es terrible, y solo es la vida llegando al momento de los pañales y de las sondas, los resquicios oscuros  de la soledad y de la pena.
Repetidamente cree ahogarse el de la habitación de al lado.
En fin, hoy solo quedaron dos camas vacías.
No saldrán en las esquelas de Las Provincias, aunque nunca se sabe, señor capellán sudamericano ruegue por sus vidas perdidas no por su muerte. Está todo levitando ahora, es la hora del haloperidol y de qué sé yo cuántas cosas más.
Es ridícula la llegada, tuberosidad en los ronquidos, es patética la noche, ya acostumbrado no tan larga.
Pueblo de Dios, noche de Fe y de llenarse de olor de santidad, de olor a eso que se aborrece. ¿Nadie podrá hacer callar a los enfermos?
¿Nadie?

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